El video presenta una ponencia en la que un médico comparte el caso de un niño de 13 años con un agujero macular traumático debido a un balonazo en el ojo izquierdo. Tras el accidente, el niño acudió a urgencias con una agudeza visual muy baja (20/400) y se le diagnosticó un edema macular y un agujero macular traumático de espesor completo. Sorprendentemente, en tan solo cuatro días, el agujero comenzó a cerrar espontáneamente, mostrando una notable mejora en la visión del paciente (20/200). Este proceso de recuperación continuó en los meses posteriores, alcanzando una agudeza visual de 20/40 a los tres meses, aunque persistieron algunas alteraciones en la retina.
El ponente destaca la rareza de los cierres espontáneos en agujeros maculares traumáticos, particularmente en un plazo tan corto. Atribuye este fenómeno a la compresión anteroposterior y expansión ecuatorial que ocurre tras el traumatismo, lo que genera estrés en las zonas de adherencia vítrea. También subraya que, aunque el tratamiento óptimo para estos casos aún es motivo de debate, en niños es común observar una capacidad de recuperación anatómica superior a la de los adultos. La discusión concluye con preguntas de la audiencia sobre los factores predictivos de cierre espontáneo y el tiempo de espera recomendado antes de intervenir quirúrgicamente.