Son enfermedades complejas, porque una misma mutación en un mismo gen puede producir cambios en la retina de gravedad muy variable y una misma enfermedad se puede deber a mutaciones diferentes de genes diferentes.Las enfermedades hereditarias de la retina afectan a menos del 0,1 % de la población.
Las enfermedades hereditarias de la retina más frecuentes son la retinosis pigmentaria, que afecta a una de cada 4000 personas, y la enfermedad de Stargardt, que afecta a una de cada 8000 personas.
Las enfermedades hereditarias de la retina son especialmente relevantes porque no tienen ninguna posibilidad de tratamiento en la actualidad y afectan muchas veces a niños y personas jóvenes en edad de trabajar.
Las enfermedades hereditarias de la retina son enfermedades puramente oculares en el 80 % de los casos. Sin embargo, hay un 20 % de las enfermedades hereditarias de la retina que se asocian a otras enfermedades que afectan a otras partes del cuerpo. El ejemplo más frecuente es el síndrome de Usher, en el que la retinosis pigmentaria se asocia a sordera.
El diagnóstico correcto de las enfermedades hereditarias de la retina es necesario para establecer un pronóstico adecuado y ofrecer un consejo genético (de cara a la posible afectación de la descendencia) y social (orientación educacional y laboral) apropiado.Además, es importante que pacientes con enfermedades hereditarias de la retina sigan revisiones oculares periódicas porque pueden desarrollar otros problemas como cataratas, membranas neovasculares o desprendimientos de retina, que son tratables y pueden ser manejados por el oftalmólogo.
Las consultas de baja visión y la Organización Nacional de Ciegos Españoles pueden ser de gran ayuda para pacientes con enfermedades hereditarias de la retina, facilitándoles la adaptación a su entorno.
Hay que tener cuidado con la toma de vitaminas, puesto que hay enfermedades hereditarias de la retina (como la enfermedad de Stargardt) en las que estos suplementos de vitaminas pueden ser perjudiciales.
Aunque las enfermedades hereditarias de la retina no tienen ninguna posibilidad de tratamiento en la actualidad, hay muchas líneas de investigación abiertas que buscan hacer más lenta la progresión de la enfermedad (factores de crecimiento neurotróficos o terapia génica).Además, existen líneas de investigación para devolver la visión a los pacientes con enfermedades hereditarias de la retina que la han perdido. Una de ellas es la terapia celular, en la que se intenta reponer el tejido perdido, y otra es la implantación de chips electrónicos de visión artificial.
No obstante, estas líneas de investigación para el tratamiento de enfermedades hereditarias de la retina están en fases muy poco avanzadas de desarrollo.
Son enfermedades complejas, porque una misma mutación en un mismo gen puede producir cambios en la retina de gravedad muy variable y una misma enfermedad se puede deber a mutaciones diferentes de genes diferentes.Las enfermedades hereditarias de la retina afectan a menos del 0,1 % de la población.
Las enfermedades hereditarias de la retina más frecuentes son la retinosis pigmentaria, que afecta a una de cada 4000 personas, y la enfermedad de Stargardt, que afecta a una de cada 8000 personas.
Las enfermedades hereditarias de la retina son especialmente relevantes porque no tienen ninguna posibilidad de tratamiento en la actualidad y afectan muchas veces a niños y personas jóvenes en edad de trabajar.
Las enfermedades hereditarias de la retina son enfermedades puramente oculares en el 80 % de los casos. Sin embargo, hay un 20 % de las enfermedades hereditarias de la retina que se asocian a otras enfermedades que afectan a otras partes del cuerpo. El ejemplo más frecuente es el síndrome de Usher, en el que la retinosis pigmentaria se asocia a sordera.
El diagnóstico correcto de las enfermedades hereditarias de la retina es necesario para establecer un pronóstico adecuado y ofrecer un consejo genético (de cara a la posible afectación de la descendencia) y social (orientación educacional y laboral) apropiado.Además, es importante que pacientes con enfermedades hereditarias de la retina sigan revisiones oculares periódicas porque pueden desarrollar otros problemas como cataratas, membranas neovasculares o desprendimientos de retina, que son tratables y pueden ser manejados por el oftalmólogo.
Las consultas de baja visión y la Organización Nacional de Ciegos Españoles pueden ser de gran ayuda para pacientes con enfermedades hereditarias de la retina, facilitándoles la adaptación a su entorno.
Hay que tener cuidado con la toma de vitaminas, puesto que hay enfermedades hereditarias de la retina (como la enfermedad de Stargardt) en las que estos suplementos de vitaminas pueden ser perjudiciales.
Aunque las enfermedades hereditarias de la retina no tienen ninguna posibilidad de tratamiento en la actualidad, hay muchas líneas de investigación abiertas que buscan hacer más lenta la progresión de la enfermedad (factores de crecimiento neurotróficos o terapia génica).Además, existen líneas de investigación para devolver la visión a los pacientes con enfermedades hereditarias de la retina que la han perdido. Una de ellas es la terapia celular, en la que se intenta reponer el tejido perdido, y otra es la implantación de chips electrónicos de visión artificial.
No obstante, estas líneas de investigación para el tratamiento de enfermedades hereditarias de la retina están en fases muy poco avanzadas de desarrollo.
Hay gran variedad de tumores que pueden estar presentes en el ojo. Se pueden localizar en los párpados, en la superficie del ojo o en el interior del ojo. Pueden ser tanto benignos como malignos.
El oftalmólogo puede visualizar directamente los tumores, a diferencia de otras especialidades de la medicina, y puede llegar al diagnóstico mediante la simple exploración del ojo.La ecografía, la tomografía de coherencia óptica, la angiografía y la resonancia magnética sirven para confirmar el diagnóstico clínico y medir las dimensiones del tumor.
Los tumores benignos del ojo, habitualmente de poca importancia para el paciente, son muy frecuentes. El tumor maligno del ojo más frecuente en adultos es el melanoma de la coroides (1 caso por cada 30 000 personas). El tumor maligno del ojo más frecuente en niños es el retinoblastoma (1 por cada 100 000 niños).
Cuando un tumor crece en la parte anterior del ojo, puede observarse un cambio en el color del iris. Cuando un tumor crece en el interior del ojo, puede producir visión borrosa, visión de moscas volantes, pérdida progresiva del campo visual. De todas formas, muchos tumores pueden no producir ningún síntoma, y por ello es muy recomendable realizar revisiones anuales dilatando la pupila y visualizando la totalidad del ojo.
Los tumores benignos y asintomáticos no necesitan tratamiento, sino únicamente observación periódica del tumor por el oftalmólogo. Cuando los tumores (incluso siendo benignos) producen alteraciones en la visión o alteraciones en la forma del ojo, es necesario realizar un tratamiento. Los tratamientos de los tumores oculares son muy variados y su objetivo es quitar el tumor y conservar el ojo: láser, radioterapia, cirugía.
Hay gran variedad de tumores que pueden estar presentes en el ojo. Se pueden localizar en los párpados, en la superficie del ojo o en el interior del ojo. Pueden ser tanto benignos como malignos.
El oftalmólogo puede visualizar directamente los tumores, a diferencia de otras especialidades de la medicina, y puede llegar al diagnóstico mediante la simple exploración del ojo.La ecografía, la tomografía de coherencia óptica, la angiografía y la resonancia magnética sirven para confirmar el diagnóstico clínico y medir las dimensiones del tumor.
Los tumores benignos del ojo, habitualmente de poca importancia para el paciente, son muy frecuentes. El tumor maligno del ojo más frecuente en adultos es el melanoma de la coroides (1 caso por cada 30 000 personas). El tumor maligno del ojo más frecuente en niños es el retinoblastoma (1 por cada 100 000 niños).
Cuando un tumor crece en la parte anterior del ojo, puede observarse un cambio en el color del iris. Cuando un tumor crece en el interior del ojo, puede producir visión borrosa, visión de moscas volantes, pérdida progresiva del campo visual. De todas formas, muchos tumores pueden no producir ningún síntoma, y por ello es muy recomendable realizar revisiones anuales dilatando la pupila y visualizando la totalidad del ojo.
Los tumores benignos y asintomáticos no necesitan tratamiento, sino únicamente observación periódica del tumor por el oftalmólogo. Cuando los tumores (incluso siendo benignos) producen alteraciones en la visión o alteraciones en la forma del ojo, es necesario realizar un tratamiento. Los tratamientos de los tumores oculares son muy variados y su objetivo es quitar el tumor y conservar el ojo: láser, radioterapia, cirugía.
La DMAE son las siglas de degeneración macular asociada a la edad. La DMAE es una enfermedad crónica que afecta a la zona central de la retina, llamada mácula. La mácula es la zona encargada de la mayor parte de la visión central. La DMAE es la causa más frecuente de ceguera legal en los países desarrollados en personas de más de 50 años de edad.
Los síntomas de la DMAE son la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas y la visión de una mancha central que impide, por ejemplo, leer. Los pacientes con DMAE no pierden por completo la visión, sino que se ve afectada la visión central.
Los factores genéticos que producen la DMAE hacen que exista una posibilidad importante de heredar la enfermedad. Los factores genéticos están condicionados por los factores ambientales: fumar, tener hipertensión arterial, obesidad o diabetes favorecen el desarrollo de DMAE. Por eso es importante tener hábitos de vida saludables para prevenir la DMAE. La ingesta diaria a partir de los 50 años de edad de suplementos de vitaminas (con luteína, zeaxantina y ácidos grasos omega-3) permite retrasar o evitar la aparición de la DMAE.
Hay dos tipos de DMAE: la forma húmeda y la forma seca. El tratamiento de la forma húmeda se basa en inyecciones repetidas dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos. No existe tratamiento de la forma seca, salvo la prevención mediante la ingesta diaria a partir de los 50 años de edad de suplementos de vitaminas.
Las inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos no suponen un riesgo para la salud de los pacientes. El mayor riesgo de estas inyecciones dentro del ojo es la infección intraocular, pero con un procedimiento apropiado la frecuencia de infección es extraordinariamente baja.
La DMAE son las siglas de degeneración macular asociada a la edad. La DMAE es una enfermedad crónica que afecta a la zona central de la retina, llamada mácula. La mácula es la zona encargada de la mayor parte de la visión central. La DMAE es la causa más frecuente de ceguera legal en los países desarrollados en personas de más de 50 años de edad.
Los síntomas de la DMAE son la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas y la visión de una mancha central que impide, por ejemplo, leer. Los pacientes con DMAE no pierden por completo la visión, sino que se ve afectada la visión central.
Los factores genéticos que producen la DMAE hacen que exista una posibilidad importante de heredar la enfermedad. Los factores genéticos están condicionados por los factores ambientales: fumar, tener hipertensión arterial, obesidad o diabetes favorecen el desarrollo de DMAE. Por eso es importante tener hábitos de vida saludables para prevenir la DMAE. La ingesta diaria a partir de los 50 años de edad de suplementos de vitaminas (con luteína, zeaxantina y ácidos grasos omega-3) permite retrasar o evitar la aparición de la DMAE.
Hay dos tipos de DMAE: la forma húmeda y la forma seca. El tratamiento de la forma húmeda se basa en inyecciones repetidas dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos. No existe tratamiento de la forma seca, salvo la prevención mediante la ingesta diaria a partir de los 50 años de edad de suplementos de vitaminas.
Las inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos no suponen un riesgo para la salud de los pacientes. El mayor riesgo de estas inyecciones dentro del ojo es la infección intraocular, pero con un procedimiento apropiado la frecuencia de infección es extraordinariamente baja.
La DMAE es una enfermedad con una predisposición genética heredada del padre y de la madre sobre la que actúan varios factores ambientales. Detectando la herencia recibida del padre y de la madre puede conocerse el riesgo de desarrollar DMAE. Pero la DMAE no es puramente hereditaria, dado que influyen factores modificables como la dieta o el tabaco.
Para conocer la susceptibilidad de padecer DMAE existen pruebas genéticas en las que la saliva del paciente se analiza para detectar la presencia o ausencia de genes heredados del padre y de la madre. Hay genes que protegen al paciente de desarrollar DMAE y genes que favorecen que el paciente desarrolle DMAE.
Estas pruebas genéticas pueden estar indicadas en familiares de personas que tienen DMAE (padres, madres o hermanos) y también en personas jóvenes en las que el oftalmólogo observe signos iniciales de DMAE. El tabaco es una causa importante de ceguera en España, y es un factor de riesgo importante de desarrollar DMAE. Por eso, en personas fumadoras las pruebas genéticas pueden ser un dato más para analizar el riesgo de desarrollar DMAE.
En personas con riesgo genético alto heredado se debe recomendar, por ejemplo, dejar de fumar, llevar una dieta saludable rica en vitaminas, zinc, ácidos grasos omega-3 (presentes en pescados, especialmente salmón o sardina), luteína (presente en la yema del huevo, frutas, verduras y vegetales de hojas verdes). En personas con riesgo genético elevado puede ser necesario suplementar con complejos de vitaminas su dieta (luteína, zeaxantina y ácidos grasos omega-3).
Las pruebas genéticas pueden ser útiles para individualizar los tratamientos para la DMAE, porque hay genes que condicionan la respuesta a los tratamientos.
La DMAE es una enfermedad con una predisposición genética heredada del padre y de la madre sobre la que actúan varios factores ambientales. Detectando la herencia recibida del padre y de la madre puede conocerse el riesgo de desarrollar DMAE. Pero la DMAE no es puramente hereditaria, dado que influyen factores modificables como la dieta o el tabaco.
Para conocer la susceptibilidad de padecer DMAE existen pruebas genéticas en las que la saliva del paciente se analiza para detectar la presencia o ausencia de genes heredados del padre y de la madre. Hay genes que protegen al paciente de desarrollar DMAE y genes que favorecen que el paciente desarrolle DMAE.
Estas pruebas genéticas pueden estar indicadas en familiares de personas que tienen DMAE (padres, madres o hermanos) y también en personas jóvenes en las que el oftalmólogo observe signos iniciales de DMAE. El tabaco es una causa importante de ceguera en España, y es un factor de riesgo importante de desarrollar DMAE. Por eso, en personas fumadoras las pruebas genéticas pueden ser un dato más para analizar el riesgo de desarrollar DMAE.
En personas con riesgo genético alto heredado se debe recomendar, por ejemplo, dejar de fumar, llevar una dieta saludable rica en vitaminas, zinc, ácidos grasos omega-3 (presentes en pescados, especialmente salmón o sardina), luteína (presente en la yema del huevo, frutas, verduras y vegetales de hojas verdes). En personas con riesgo genético elevado puede ser necesario suplementar con complejos de vitaminas su dieta (luteína, zeaxantina y ácidos grasos omega-3).
Las pruebas genéticas pueden ser útiles para individualizar los tratamientos para la DMAE, porque hay genes que condicionan la respuesta a los tratamientos.
Los nuevos sistemas de imagen del fondo de ojo tienen una gran importancia en el diagnóstico de las uveítis posteriores. La autofluorescencia es una prueba no invasiva que aporta mucha información sobre la coroides y el epitelio pigmentario de la retina, de modo que permite evaluar la actividad de las uveítis. Los sistemas de campo amplio permiten ver la totalidad de la retina y detectar signos de actividad que en exploraciones convencionales podrían no verse.
Los fármacos biológicos han supuesto un gran avance en el tratamiento de las uveítis posteriores de origen no infeccioso, y también en las enfermedades reumatológicas. Los fármacos biológicos con los que hay más experiencia es con los que bloquean el efecto de una proteína del cuerpo llamada factor de necrosis tumoral α, conocido como TNFα. La eficacia de los fármacos biológicos es muy superior a la de los medicamentos inmunosupresores clásicos.
En las unidades multidisciplinarias de uveítis trabajan de manera conjunta expertos en uveítis, enfermedades reumatológicas y enfermedades autoinmunes. Las unidades multidisciplinarias de uveítis permiten evaluar con mucha más calidad el diagnóstico y tratamiento de pacientes con uveítis.
El edema macular es una de las complicaciones que con mayor frecuencia produce pérdida de visión en pacientes con uveítis. El edema macular en pacientes con uveítis pueden tratarse con los nuevos implantes inyectados dentro del ojo de liberación controlada de corticoides.
La investigación en el tratamiento de las uveítis debe dirigirse a conocer los mecanismos que producen la enfermedad y, de esa manera, poder centrar los tratamientos en esos mecanismos.El reto del futuro es conocer qué proteína está más implicada en cada uno de los tipos de uveítis para poder bloquear su efecto y así realizar un tratamiento personalizado.
Los nuevos sistemas de imagen del fondo de ojo tienen una gran importancia en el diagnóstico de las uveítis posteriores. La autofluorescencia es una prueba no invasiva que aporta mucha información sobre la coroides y el epitelio pigmentario de la retina, de modo que permite evaluar la actividad de las uveítis. Los sistemas de campo amplio permiten ver la totalidad de la retina y detectar signos de actividad que en exploraciones convencionales podrían no verse.
Los fármacos biológicos han supuesto un gran avance en el tratamiento de las uveítis posteriores de origen no infeccioso, y también en las enfermedades reumatológicas. Los fármacos biológicos con los que hay más experiencia es con los que bloquean el efecto de una proteína del cuerpo llamada factor de necrosis tumoral α, conocido como TNFα. La eficacia de los fármacos biológicos es muy superior a la de los medicamentos inmunosupresores clásicos.
En las unidades multidisciplinarias de uveítis trabajan de manera conjunta expertos en uveítis, enfermedades reumatológicas y enfermedades autoinmunes. Las unidades multidisciplinarias de uveítis permiten evaluar con mucha más calidad el diagnóstico y tratamiento de pacientes con uveítis.
El edema macular es una de las complicaciones que con mayor frecuencia produce pérdida de visión en pacientes con uveítis. El edema macular en pacientes con uveítis pueden tratarse con los nuevos implantes inyectados dentro del ojo de liberación controlada de corticoides.
La investigación en el tratamiento de las uveítis debe dirigirse a conocer los mecanismos que producen la enfermedad y, de esa manera, poder centrar los tratamientos en esos mecanismos.El reto del futuro es conocer qué proteína está más implicada en cada uno de los tipos de uveítis para poder bloquear su efecto y así realizar un tratamiento personalizado.
La coroidopatía serosa central consiste en la acumulación de líquido por debajo de la retina. La coroidopatía serosa central se produce por una filtración anormal desde los vasos de la capa del ojo que queda por debajo de la retina, llamada coroides.
No se conoce la causa real por la que se produce la coroidopatía serosa central. La coroidopatía serosa central afecta más a hombres jóvenes (30-45 años). El estrés, las personalidades muy ansiosas y los tratamientos con corticoides favorecen el desarrollo de la coroidopatía serosa central.
Los pacientes con coroidopatía serosa central sufren visión borrosa central, problemas para distinguir los colores y distorsión de las imágenes. Además, las imágenes vistas con el ojo con coroidopatía serosa central se observan como más alejadas y pequeñas.
La coroidopatía serosa central se diagnostica tomando como base la exploración del fondo de ojo, pero sobre todo la tomografía de coherencia óptica, que es una prueba no invasiva y rápida que demuestra el líquido que se acumula por debajo de la retina.
A veces, la angiografía con inyección en la vena de fluoresceína ayuda a ver los puntos concretos a través de los que se produce la filtración de ese líquido que se acumula por debajo de la retina.
La coroidopatía serosa central no necesita tratamiento en la mayor parte de casos. Se soluciona en la mayoría de pacientes por sí sola. Cuando la coroidopatía serosa central no se soluciona o empeora, podría ser necesario hacer un tratamiento con láser o terapia fotodinámica (un láser más selectivo), o con pastillas de inhibidores de los corticoides.
La coroidopatía serosa central suele tener un buen pronóstico en la mayoría de casos. En ocasiones, la coroidopatía serosa central puede repetirse o hacerse crónica, pero incluso en estos casos el pronóstico es muy bueno. Aunque la norma suele ser que la visión se recupere, puede quedarse alterada la sensibilidad al contraste o la visión de los colores.No se conoce ninguna forma de evitar que se tenga una coroidopatía serosa central, pero se debe aconsejar al paciente que evite en la medida de lo posible el estrés, y, en pacientes en tratamiento con corticoides, intentar que el médico que los ha recetado reduzca la dosis o los retire si es posible.
La coroidopatía serosa central consiste en la acumulación de líquido por debajo de la retina. La coroidopatía serosa central se produce por una filtración anormal desde los vasos de la capa del ojo que queda por debajo de la retina, llamada coroides.
No se conoce la causa real por la que se produce la coroidopatía serosa central. La coroidopatía serosa central afecta más a hombres jóvenes (30-45 años). El estrés, las personalidades muy ansiosas y los tratamientos con corticoides favorecen el desarrollo de la coroidopatía serosa central.
Los pacientes con coroidopatía serosa central sufren visión borrosa central, problemas para distinguir los colores y distorsión de las imágenes. Además, las imágenes vistas con el ojo con coroidopatía serosa central se observan como más alejadas y pequeñas.
La coroidopatía serosa central se diagnostica tomando como base la exploración del fondo de ojo, pero sobre todo la tomografía de coherencia óptica, que es una prueba no invasiva y rápida que demuestra el líquido que se acumula por debajo de la retina.
A veces, la angiografía con inyección en la vena de fluoresceína ayuda a ver los puntos concretos a través de los que se produce la filtración de ese líquido que se acumula por debajo de la retina.
La coroidopatía serosa central no necesita tratamiento en la mayor parte de casos. Se soluciona en la mayoría de pacientes por sí sola. Cuando la coroidopatía serosa central no se soluciona o empeora, podría ser necesario hacer un tratamiento con láser o terapia fotodinámica (un láser más selectivo), o con pastillas de inhibidores de los corticoides.
La coroidopatía serosa central suele tener un buen pronóstico en la mayoría de casos. En ocasiones, la coroidopatía serosa central puede repetirse o hacerse crónica, pero incluso en estos casos el pronóstico es muy bueno. Aunque la norma suele ser que la visión se recupere, puede quedarse alterada la sensibilidad al contraste o la visión de los colores.No se conoce ninguna forma de evitar que se tenga una coroidopatía serosa central, pero se debe aconsejar al paciente que evite en la medida de lo posible el estrés, y, en pacientes en tratamiento con corticoides, intentar que el médico que los ha recetado reduzca la dosis o los retire si es posible.
Aunque la edad de aparición es similar, el agujero macular no es una degeneración macular. Mientras que la degeneración macular asociada la edad implica un deterioro importante de la retina, en el caso de los agujeros maculares diagnosticados a tiempo es posible darles solución.
Los pacientes con un agujero macular pueden notar una borrosidad en la visión central, la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas o una mancha oscura en el centro de la visión.
El agujero macular se opera desde el año 1991 metiendo las herramientas para operar dentro del ojo (vitrectomía) a través de heridas de medio milímetro. Se introduce un instrumento que corta y aspira, otro que ilumina y otro que mete agua dentro del ojo. Se elimina la gelatina que hay dentro del ojo y se elimina la fina capa superficial de la retina (membrana limitante interna) que, al contraerse, ha producido una rotura en el centro de la retina (mácula). La capa superficial de la retina es invisible y muy delgada, por lo que para verla mejor y poder quitarla se colorea de azul con colorantes. Al final de la operación puede meterse gas dentro del ojo para que ayude a terminar de cerrar el agujero macular.
Si se diagnostica y se opera pronto un agujero macular, el pronóstico es muy bueno. En los pacientes miopes el pronóstico es un poco peor, pero se suele mejorar mucho la visión con la cirugía.
Cuando se mete gas dentro del ojo el paciente debe estar con la cabeza hacia abajo para que el gas suba y comprima la mácula y así ayude a cerrar el agujero macular. La burbuja de gas va marchándose progresivamente, pero el paciente debe mantener la cabeza hacia abajo para que no produzca una catarata al irse hacia arriba. A partir de una cierta edad, muchas veces se quita la catarata al mismo tiempo que se opera el agujero macular para evitar una probable segunda operación de catarata después de la del agujero macular.
Aunque la edad de aparición es similar, el agujero macular no es una degeneración macular. Mientras que la degeneración macular asociada la edad implica un deterioro importante de la retina, en el caso de los agujeros maculares diagnosticados a tiempo es posible darles solución.
Los pacientes con un agujero macular pueden notar una borrosidad en la visión central, la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas o una mancha oscura en el centro de la visión.
El agujero macular se opera desde el año 1991 metiendo las herramientas para operar dentro del ojo (vitrectomía) a través de heridas de medio milímetro. Se introduce un instrumento que corta y aspira, otro que ilumina y otro que mete agua dentro del ojo. Se elimina la gelatina que hay dentro del ojo y se elimina la fina capa superficial de la retina (membrana limitante interna) que, al contraerse, ha producido una rotura en el centro de la retina (mácula). La capa superficial de la retina es invisible y muy delgada, por lo que para verla mejor y poder quitarla se colorea de azul con colorantes. Al final de la operación puede meterse gas dentro del ojo para que ayude a terminar de cerrar el agujero macular.
Si se diagnostica y se opera pronto un agujero macular, el pronóstico es muy bueno. En los pacientes miopes el pronóstico es un poco peor, pero se suele mejorar mucho la visión con la cirugía.
Cuando se mete gas dentro del ojo el paciente debe estar con la cabeza hacia abajo para que el gas suba y comprima la mácula y así ayude a cerrar el agujero macular. La burbuja de gas va marchándose progresivamente, pero el paciente debe mantener la cabeza hacia abajo para que no produzca una catarata al irse hacia arriba. A partir de una cierta edad, muchas veces se quita la catarata al mismo tiempo que se opera el agujero macular para evitar una probable segunda operación de catarata después de la del agujero macular.
Los pacientes con una hemorragia vítrea tienen una pérdida de visión mayor o menor en función de la densidad del sangrado, que suele notarse de forma brusca.
Las causas más frecuentes son la retinopatía diabética, roturas de la retina o trombosis venosas.
El tratamiento de la hemorragia vítrea debe quitar la sangre de dentro del ojo, pero también debe intentar solucionar la causa que ha producido dicho sangrado.
En casos en los que la hemorragia vítrea se deba a una rotura de la retina, la operación debe ser inmediata.En otros casos puede retrasarse la operación porque muchas veces la sangre se reabsorbe sola en semanas o meses.
El pronóstico depende de la causa y del grado de afectación del centro de la retina (mácula). El pronóstico de la hemorragia vítrea, una vez realizado el tratamiento correcto, suele ser muy bueno.
Los pacientes con una hemorragia vítrea tienen una pérdida de visión mayor o menor en función de la densidad del sangrado, que suele notarse de forma brusca.
Las causas más frecuentes son la retinopatía diabética, roturas de la retina o trombosis venosas.
El tratamiento de la hemorragia vítrea debe quitar la sangre de dentro del ojo, pero también debe intentar solucionar la causa que ha producido dicho sangrado.
En casos en los que la hemorragia vítrea se deba a una rotura de la retina, la operación debe ser inmediata.En otros casos puede retrasarse la operación porque muchas veces la sangre se reabsorbe sola en semanas o meses.
El pronóstico depende de la causa y del grado de afectación del centro de la retina (mácula). El pronóstico de la hemorragia vítrea, una vez realizado el tratamiento correcto, suele ser muy bueno.
La patología oclusiva de la retina produce una trombosis que puede afectar a la vena principal de la retina o a una ramificación. Lo más frecuente es que se afecten las venas, pero también las arterias pueden sufrir trombosis y también el nervio óptico.
Las causas más frecuentes de trombosis de venas de la retina en pacientes mayores de 50 años son la hipertensión arterial, el colesterol, la diabetes, la obesidad y el tabaco. Las causas más frecuentes de trombosis de venas de la retina en pacientes menores de 50 años son enfermedades de la coagulación de la sangre o inflamaciones de los vasos sanguíneos.
Los síntomas más frecuentes son la pérdida de visión sin dolor en una parte o en la totalidad del campo visual. Si la pérdida es brusca es más posible que sea por una oclusión arterial.
En el fondo de ojo de las trombosis venosas aparecen muchas hemorragias a lo largo del recorrido de la vena ocluida. El diagnóstico puede incluir el examen con la tomografía de coherencia óptica para conocer cuánto líquido se ha acumulado en la retina, y la angiografía con inyección en la vena de fluoresceína para saber cómo está la circulación después de la trombosis.
La consecuencia de las oclusiones venosas es la limitación de la visión. Cuando se produce una acumulación de líquido en la retina el paciente debe tratase con inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos o corticoides. Además, a veces también puede hacerse láser.
Cuando la inyección en la vena de fluoresceína descubre zonas por donde no circula la sangre, debe tenerse cuidado con el glaucoma, que puede complicar estos casos. El tratamiento de una posible causa detectada es importante en el manejo de las oclusiones vasculares de la retina.
La patología oclusiva de la retina produce una trombosis que puede afectar a la vena principal de la retina o a una ramificación. Lo más frecuente es que se afecten las venas, pero también las arterias pueden sufrir trombosis y también el nervio óptico.
Las causas más frecuentes de trombosis de venas de la retina en pacientes mayores de 50 años son la hipertensión arterial, el colesterol, la diabetes, la obesidad y el tabaco. Las causas más frecuentes de trombosis de venas de la retina en pacientes menores de 50 años son enfermedades de la coagulación de la sangre o inflamaciones de los vasos sanguíneos.
Los síntomas más frecuentes son la pérdida de visión sin dolor en una parte o en la totalidad del campo visual. Si la pérdida es brusca es más posible que sea por una oclusión arterial.
En el fondo de ojo de las trombosis venosas aparecen muchas hemorragias a lo largo del recorrido de la vena ocluida. El diagnóstico puede incluir el examen con la tomografía de coherencia óptica para conocer cuánto líquido se ha acumulado en la retina, y la angiografía con inyección en la vena de fluoresceína para saber cómo está la circulación después de la trombosis.
La consecuencia de las oclusiones venosas es la limitación de la visión. Cuando se produce una acumulación de líquido en la retina el paciente debe tratase con inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos o corticoides. Además, a veces también puede hacerse láser.
Cuando la inyección en la vena de fluoresceína descubre zonas por donde no circula la sangre, debe tenerse cuidado con el glaucoma, que puede complicar estos casos. El tratamiento de una posible causa detectada es importante en el manejo de las oclusiones vasculares de la retina.
La diabetes es la causa más frecuente de ceguera en la edad laboral (20-74 años).La frecuencia de la diabetes en el mundo es cada vez más grande. Produce un problema social y sanitario importante porque provoca muchas complicaciones en varias partes del cuerpo.
La diabetes tiene muchas complicaciones crónicas cardiovasculares, renales, cerebrales, oculares…, lo que limita la calidad de la vida de los pacientes diabéticos.
La diabetes es una enfermedad en la que el azúcar tiene una concentración permanentemente muy alta en la sangre. La forma más eficaz de evitar las complicaciones de la diabetes es controlar los niveles de azúcar, pero también la hipertensión, el colesterol o los triglicéridos, entre otros.
Si se controlan y se tratan a tiempo los casos de riesgo de afectación de la retina por la diabetes pueden evitarse las complicaciones que llevan a la ceguera a estos pacientes./p>
Es necesario revisar periódicamente y sistemáticamente a todos los pacientes diabéticos para detectar las formas de riesgo, incluso cuando el paciente no note nada raro en la visión. El educador diabetológico debe hacer entender la importancia de todos estos controles a los pacientes diabéticos. Las nuevas tecnologías de telemedicina permiten realizar los exámenes del estado de la retina a distancia a través de ordenadores.
La diabetes es la causa más frecuente de ceguera en la edad laboral (20-74 años).La frecuencia de la diabetes en el mundo es cada vez más grande. Produce un problema social y sanitario importante porque provoca muchas complicaciones en varias partes del cuerpo.
La diabetes tiene muchas complicaciones crónicas cardiovasculares, renales, cerebrales, oculares…, lo que limita la calidad de la vida de los pacientes diabéticos.
La diabetes es una enfermedad en la que el azúcar tiene una concentración permanentemente muy alta en la sangre. La forma más eficaz de evitar las complicaciones de la diabetes es controlar los niveles de azúcar, pero también la hipertensión, el colesterol o los triglicéridos, entre otros.
Si se controlan y se tratan a tiempo los casos de riesgo de afectación de la retina por la diabetes pueden evitarse las complicaciones que llevan a la ceguera a estos pacientes./p>
Es necesario revisar periódicamente y sistemáticamente a todos los pacientes diabéticos para detectar las formas de riesgo, incluso cuando el paciente no note nada raro en la visión. El educador diabetológico debe hacer entender la importancia de todos estos controles a los pacientes diabéticos. Las nuevas tecnologías de telemedicina permiten realizar los exámenes del estado de la retina a distancia a través de ordenadores.
La diabetes supone en España uno de los mayores problemas sociosanitarios, porque la padece un 14 % de la población. La diabetes es la tercera causa de afiliación en la Organización Nacional de Ciegos Españoles y es la segunda causa de ceguera en los países desarrollados. La diabetes es la segunda causa más frecuente de ceguera en pacientes en edad de trabajar.
La retinopatía diabética es la manifestación de la diabetes en el ojo. Se suele presentar 10-15 años después del diagnóstico de diabetes. En estadios iniciales la mayoría de pacientes no tiene síntomas.
En estadios más avanzados se produce acumulación de líquido en la mácula con reducción de la visión central. Esta acumulación de líquido en la mácula es propia de los diabéticos de tipo 2 (que no se pinchan insulina). La retinopatía diabética no proliferativa tiene un tratamiento efectivo mediante láser. En la forma proliferativa de retinopatía diabética se pueden necesitar tratamientos muchos más sofisticados, incluida la cirugía.
Inicialmente es conveniente realizar revisiones cada dos o tres años. Cuando aparecen los primeros signos en el fondo de ojo es conveniente acortar el tiempo entre las revisiones según la gravedad de las manifestaciones.
La recomendación más importante para un paciente con retinopatía diabética es el control de sus niveles de azúcar. Es importante entender cómo es la diabetes para asumir que el ejercicio físico y unos hábitos de vida saludables pueden ayudar al control metabólico. Es recomendable controlar muy bien la tensión arterial y el colesterol y los triglicéridos.
Otros consejos valiosos son no fumar (o dejar de fumar) y seguir una dieta sana. El paciente diabético debe, pues, replantearse su vida teniendo en cuenta todos estos consejos para conseguir retrasar la aparición de las complicaciones.
El tratamiento de la retinopatía diabética no proliferativa es el láser. Cuando aparece la forma proliferativa de la retinopatía diabética tiene un tratamiento fundamentalmente quirúrgico para eliminar los vasos que han crecido de manera anómala por delante de la retina./p>
Por otra parte, el edema macular diabético puede tratarse mediante láser, pero los nuevos tratamientos con inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos mejoran los resultados de visión respecto al láser. Lo ideal es combinar láser con inyecciones./p>
En la mayoría de comunidades autónomas de España se ha establecido un programa de telemedicina para hacer un cribado de retinopatía diabética en todos los pacientes diabéticos. En el futuro se ampliará y se desarrollará este programa en todo el mundo.
El futuro del tratamiento de la retinopatía diabética se basa en tratamientos que traten el componente inflamatorio y también el componente angiogénico. Disponemos de medicamentos antiangiogénicos y antiinflamatorios que se inyectan dentro del ojo de forma repetida en función de la necesidad de cada caso.
La diabetes supone en España uno de los mayores problemas sociosanitarios, porque la padece un 14 % de la población. La diabetes es la tercera causa de afiliación en la Organización Nacional de Ciegos Españoles y es la segunda causa de ceguera en los países desarrollados. La diabetes es la segunda causa más frecuente de ceguera en pacientes en edad de trabajar.
La retinopatía diabética es la manifestación de la diabetes en el ojo. Se suele presentar 10-15 años después del diagnóstico de diabetes. En estadios iniciales la mayoría de pacientes no tiene síntomas.
En estadios más avanzados se produce acumulación de líquido en la mácula con reducción de la visión central. Esta acumulación de líquido en la mácula es propia de los diabéticos de tipo 2 (que no se pinchan insulina). La retinopatía diabética no proliferativa tiene un tratamiento efectivo mediante láser. En la forma proliferativa de retinopatía diabética se pueden necesitar tratamientos muchos más sofisticados, incluida la cirugía.
Inicialmente es conveniente realizar revisiones cada dos o tres años. Cuando aparecen los primeros signos en el fondo de ojo es conveniente acortar el tiempo entre las revisiones según la gravedad de las manifestaciones.
La recomendación más importante para un paciente con retinopatía diabética es el control de sus niveles de azúcar. Es importante entender cómo es la diabetes para asumir que el ejercicio físico y unos hábitos de vida saludables pueden ayudar al control metabólico. Es recomendable controlar muy bien la tensión arterial y el colesterol y los triglicéridos.
Otros consejos valiosos son no fumar (o dejar de fumar) y seguir una dieta sana. El paciente diabético debe, pues, replantearse su vida teniendo en cuenta todos estos consejos para conseguir retrasar la aparición de las complicaciones.
El tratamiento de la retinopatía diabética no proliferativa es el láser. Cuando aparece la forma proliferativa de la retinopatía diabética tiene un tratamiento fundamentalmente quirúrgico para eliminar los vasos que han crecido de manera anómala por delante de la retina./p>
Por otra parte, el edema macular diabético puede tratarse mediante láser, pero los nuevos tratamientos con inyecciones dentro del ojo de medicamentos antiangiogénicos mejoran los resultados de visión respecto al láser. Lo ideal es combinar láser con inyecciones./p>
En la mayoría de comunidades autónomas de España se ha establecido un programa de telemedicina para hacer un cribado de retinopatía diabética en todos los pacientes diabéticos. En el futuro se ampliará y se desarrollará este programa en todo el mundo.
El futuro del tratamiento de la retinopatía diabética se basa en tratamientos que traten el componente inflamatorio y también el componente angiogénico. Disponemos de medicamentos antiangiogénicos y antiinflamatorios que se inyectan dentro del ojo de forma repetida en función de la necesidad de cada caso.
El desprendimiento de retina más frecuente se produce por la presencia de agujeros en la retina a través de los cuales se mete el líquido contenido en el interior del ojo desprendiendo la retina.
Es más frecuente en pacientes que han sufrido golpes en los ojos y pacientes miopes. Estar operado de cataratas se asocia a un riesgo muy poco superior.
Los síntomas de un desprendimiento de retina guardan relación con el desprendimiento del vítreo. El vítreo es el gel del interior de ojo que con la edad se suelta de la retina y produce visión de moscas volantes y, en ocasiones, fogonazos. Cuando el vítreo se desprende de la retina pueden producirse agujeros en la retina y entonces se desprende la retina. Cuando ya se ha producido el desprendimiento de retina los pacientes tienen un sombra negra en una región del campo de visión que no se mueve.
Solamente cuando el desprendimiento de retina es muy pequeño en fases muy precoces se puede tratar con láser. En la mayoría de casos de desprendimiento de retina es necesario operar. Hay dos tipos de operaciones: por fuera del ojo (cirugía escleral) o por dentro del ojo (vitrectomía).
El inconveniente de la vitrectomía es que al dejar gases dentro del ojo el paciente necesita estar posicionado con la cabeza hacia abajo un tiempo. De todas formas, los resultados de esta operación suelen ser muy buenos.
Es imprescindible tratar pronto un desprendimiento de retina porque la visión final depende de la visión existente justo antes a la operación.
El desprendimiento de retina más frecuente se produce por la presencia de agujeros en la retina a través de los cuales se mete el líquido contenido en el interior del ojo desprendiendo la retina.
Es más frecuente en pacientes que han sufrido golpes en los ojos y pacientes miopes. Estar operado de cataratas se asocia a un riesgo muy poco superior.
Los síntomas de un desprendimiento de retina guardan relación con el desprendimiento del vítreo. El vítreo es el gel del interior de ojo que con la edad se suelta de la retina y produce visión de moscas volantes y, en ocasiones, fogonazos. Cuando el vítreo se desprende de la retina pueden producirse agujeros en la retina y entonces se desprende la retina. Cuando ya se ha producido el desprendimiento de retina los pacientes tienen un sombra negra en una región del campo de visión que no se mueve.
Solamente cuando el desprendimiento de retina es muy pequeño en fases muy precoces se puede tratar con láser. En la mayoría de casos de desprendimiento de retina es necesario operar. Hay dos tipos de operaciones: por fuera del ojo (cirugía escleral) o por dentro del ojo (vitrectomía).
El inconveniente de la vitrectomía es que al dejar gases dentro del ojo el paciente necesita estar posicionado con la cabeza hacia abajo un tiempo. De todas formas, los resultados de esta operación suelen ser muy buenos.
Es imprescindible tratar pronto un desprendimiento de retina porque la visión final depende de la visión existente justo antes a la operación.
Los traumatismos oculares son muy frecuentes. A pesar del pequeño tamaño que tiene el globo ocular, 1 de cada 10 accidentes traumáticos afectan al ojo. 3 de cada 100 urgencias oftalmológicas se deben a traumatismos oculares. Hasta 72 000 personas sufren traumatismos oculares graves en España que pueden producir una pérdida de visión grave.
Las actividades que se relacionan con mayor frecuencia con los traumatismos oculares son los accidentes laborales y domésticos, que representan la mitad del total de causas de traumatismos oculares. Otras causas frecuentes de traumatismos oculares son actividades de juego, accidentes de tráfico y agresiones.
El perfil típico del paciente con traumatismo ocular es un hombre joven de 20 a 40 años.
Dependiendo del tipo de traumatismo, puede llegarse incluso a perder el globo ocular o la visión por completo.
Los traumatismos oculares relacionados con labores domésticas de bricolaje pueden prevenirse usando gafas protectoras, viseras o máscaras durante el desarrollo de actividades que impliquen un riesgo de traumatismo ocular como martillear superficies metálicas o usar taladros. Las labores de limpieza doméstica con productos de limpieza cáusticos suponen un riesgo y deberían ser empleados con precaución. En el caso de niños se debe evitar que tengan al alcance objetos o materiales peligrosos.
Los traumatismos oculares son muy frecuentes. A pesar del pequeño tamaño que tiene el globo ocular, 1 de cada 10 accidentes traumáticos afectan al ojo. 3 de cada 100 urgencias oftalmológicas se deben a traumatismos oculares. Hasta 72 000 personas sufren traumatismos oculares graves en España que pueden producir una pérdida de visión grave.
Las actividades que se relacionan con mayor frecuencia con los traumatismos oculares son los accidentes laborales y domésticos, que representan la mitad del total de causas de traumatismos oculares. Otras causas frecuentes de traumatismos oculares son actividades de juego, accidentes de tráfico y agresiones.
El perfil típico del paciente con traumatismo ocular es un hombre joven de 20 a 40 años.
Dependiendo del tipo de traumatismo, puede llegarse incluso a perder el globo ocular o la visión por completo.
Los traumatismos oculares relacionados con labores domésticas de bricolaje pueden prevenirse usando gafas protectoras, viseras o máscaras durante el desarrollo de actividades que impliquen un riesgo de traumatismo ocular como martillear superficies metálicas o usar taladros. Las labores de limpieza doméstica con productos de limpieza cáusticos suponen un riesgo y deberían ser empleados con precaución. En el caso de niños se debe evitar que tengan al alcance objetos o materiales peligrosos.
La miopía magna es un problema en el que el ojo crece más de lo normal y produce un problema importante para la visión de lejos. La miopía magna es la tercera causa más frecuente de ceguera legal en España.
Entre 2 y 3 de cada 100 españoles sufren miopía magna. Entre 900.000 y 1.000.000 de personas sufren miopía magna en España.
En la miopía magna el ojo crece mucho más que en la miopía normal, y, además del problema para la visión de lejos que en otros casos se soluciona con gafas o lentillas, los pacientes con miopía magna tienen una serie de problemas en la retina típicos que pueden limitar su visión.
El paciente que se opera mediante cirugía refractiva solamente consigue eliminar la necesidad de llevar gafas o lentillas para ver bien. Dado que el tamaño del ojo no varía con la cirugía refractiva, todos los riesgos asociados con la miopía magna permanecen a pesar de no necesitar gafas o lentillas.
El crecimiento excesivo del ojo puede producir atrofia en la mácula por impedir que la retina reciba los nutrientes necesarios para sobrevivir. El crecimiento excesivo del ojo puede provocar roturas en el epitelio pigmentario de la retina y favorecer el crecimiento de vasos sanguíneos anómalos (neovascularización coroidea) de manera similar a lo que ocurre en pacientes con degeneración macular asociada a la edad. El crecimiento excesivo del ojo hace que sea más frecuente el desprendimiento de la retina por el adelgazamiento excesivo de la periferia de la retina.
La miopía magna es un problema en el que el ojo crece más de lo normal y produce un problema importante para la visión de lejos. La miopía magna es la tercera causa más frecuente de ceguera legal en España.
Entre 2 y 3 de cada 100 españoles sufren miopía magna. Entre 900.000 y 1.000.000 de personas sufren miopía magna en España.
En la miopía magna el ojo crece mucho más que en la miopía normal, y, además del problema para la visión de lejos que en otros casos se soluciona con gafas o lentillas, los pacientes con miopía magna tienen una serie de problemas en la retina típicos que pueden limitar su visión.
El paciente que se opera mediante cirugía refractiva solamente consigue eliminar la necesidad de llevar gafas o lentillas para ver bien. Dado que el tamaño del ojo no varía con la cirugía refractiva, todos los riesgos asociados con la miopía magna permanecen a pesar de no necesitar gafas o lentillas.
El crecimiento excesivo del ojo puede producir atrofia en la mácula por impedir que la retina reciba los nutrientes necesarios para sobrevivir. El crecimiento excesivo del ojo puede provocar roturas en el epitelio pigmentario de la retina y favorecer el crecimiento de vasos sanguíneos anómalos (neovascularización coroidea) de manera similar a lo que ocurre en pacientes con degeneración macular asociada a la edad. El crecimiento excesivo del ojo hace que sea más frecuente el desprendimiento de la retina por el adelgazamiento excesivo de la periferia de la retina.
Las membranas epirretinianas son proliferaciones de tejido fibroso y células que crecen en la superficie de la retina y de la mácula.
Los síntomas típicos de las membranas epirretinianas son la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas y la borrosidad de la visión central.
La mayoría de membranas epirretinianas aparecen sin una causa conocida. Hay algunos factores predisponentes a padecer membranas epirretinianas, como traumatismos oculares, desprendimiento de la retina, alteraciones vasculares de la retina o enfermedades inflamatorias.
Las membranas epirretinianas se diagnostican fundamentalmente mediante el examen del fondo de ojo. La tomografía de coherencia óptica ofrece mucha información, incluso antes de que existan síntomas. Esto es importante para evitar alarmar a los pacientes. La presencia de una membrana epirretiniana en la tomografía de coherencia óptica en un paciente sin síntomas no debe ser criterio para indicar ninguna intervención.
El tratamiento es la cirugía solamente en casos con disminución importante de la visión y con visión de las líneas rectas muy onduladas o torcidas.
Las membranas epirretinianas son proliferaciones de tejido fibroso y células que crecen en la superficie de la retina y de la mácula.
Los síntomas típicos de las membranas epirretinianas son la visión de las líneas rectas como onduladas o torcidas y la borrosidad de la visión central.
La mayoría de membranas epirretinianas aparecen sin una causa conocida. Hay algunos factores predisponentes a padecer membranas epirretinianas, como traumatismos oculares, desprendimiento de la retina, alteraciones vasculares de la retina o enfermedades inflamatorias.
Las membranas epirretinianas se diagnostican fundamentalmente mediante el examen del fondo de ojo. La tomografía de coherencia óptica ofrece mucha información, incluso antes de que existan síntomas. Esto es importante para evitar alarmar a los pacientes. La presencia de una membrana epirretiniana en la tomografía de coherencia óptica en un paciente sin síntomas no debe ser criterio para indicar ninguna intervención.
El tratamiento es la cirugía solamente en casos con disminución importante de la visión y con visión de las líneas rectas muy onduladas o torcidas.