El estudio se centró en evaluar los efectos del tratamiento con dexametasona y anti-VEGF en pacientes con oclusión venosa retiniana, con un seguimiento de 12 meses. Los resultados mostraron que, durante los primeros tres meses, la dexametasona mejoró significativamente el grosor macular, pero esa mejoría no se mantuvo a lo largo del año. En términos de agudeza visual, tanto la dexametasona como los anti-VEGF mostraron mejoras, pero los resultados fueron inferiores en comparación con estudios previos. Un aspecto relevante es que los pacientes que comenzaron con dexametasona tendieron a abandonar el tratamiento más temprano, lo que podría haber influido en los resultados. Además, los pacientes tratados con anti-VEGF recibieron más procedimientos láser, especialmente en oclusiones de vena central. El estudio destaca la importancia de seguir explicando los beneficios y la necesidad de continuidad en los tratamientos para mejorar los resultados y reducir abandonos.