El debate se centra en la terapia antiangiogénica para el tratamiento de la retinopatía diabética proliferativa (RDP), una complicación que puede llevar a la ceguera si no se trata adecuadamente. La panfotocoagulación con láser ha sido un tratamiento clásico, pero tiene riesgos como la pérdida de campo visual y la aparición de complicaciones. En las últimas dos décadas, los tratamientos con inyecciones antiangiogénicas han mostrado buenos resultados, especialmente para el edema macular diabético. Sin embargo, se destaca la importancia de la individualización del tratamiento, ya que la discontinuación de la terapia puede empeorar la condición. Estudios recientes sugieren que la combinación de ambos tratamientos puede ser más eficaz, con mejores resultados a largo plazo. Además, se enfatiza la importancia de un monitoreo adecuado y de evitar la interrupción del tratamiento.