
Documental Enfocados
28 de octubre de 2024
Celebramos el legado de tres oftalmólogas pioneras en el Día Internacional de la Mujer
Trinidad Arroyo Villaverde (1872-1959)
Nacida en Palencia, España, Trinidad Arroyo Villaverde fue una destacada oftalmóloga y la primera mujer en obtener la licenciatura en Medicina en la Universidad de Valladolid en 1895. A pesar de las barreras de género de su época, continuó su formación en la Universidad de Madrid, donde se doctoró en 1896 con una tesis sobre los músculos intrínsecos del ojo. Junto a su esposo, Manuel Márquez, estableció una práctica oftalmológica en Madrid y participó activamente en organizaciones feministas y de salud pública. Tras la Guerra Civil Española, se exilió en México en 1939, donde continuó su labor médica hasta su fallecimiento en 1959.
Patricia Bath (1942-2019)
Patricia Era Bath, nacida en Harlem, Nueva York, fue una oftalmóloga, inventora y académica estadounidense. Fue la primera mujer afroamericana en completar una residencia en oftalmología en la Universidad de Nueva York y la primera en formar parte del personal médico del Centro Médico de la UCLA. En 1981, inventó la sonda Laserphaco, un dispositivo revolucionario para el tratamiento de cataratas, por el cual obtuvo una patente en 1988, convirtiéndose en la primera médica afroamericana en lograrlo. Además, cofundó el Instituto Americano para la Prevención de la Ceguera en 1976, promoviendo el acceso equitativo a la atención ocular. Falleció en 2019, dejando un legado perdurable en la medicina y la innovación.
Laura Martínez de Carvajal (1869-1941)
Laura Martínez de Carvajal y del Camino nació en La Habana, Cuba, y desde temprana edad demostró una notable aptitud para el aprendizaje. A los 14 años, se matriculó en las facultades de Ciencias Físico-Matemáticas y de Medicina de la Universidad de La Habana. En 1889, se convirtió en la primera mujer cubana en obtener el título de licenciada en Medicina y Cirugía. Junto a su esposo, Enrique López Veitía, fundó la Policlínica de Especialidades, donde se especializó en oftalmología. Tras enviudar en 1910, continuó su práctica médica y contribuyó significativamente a la medicina cubana hasta su retiro a los 41 años. Falleció en 1941, dejando un legado de perseverancia y dedicación en el campo de la salud.