Este video presenta una charla sobre el uso de antiangiogénicos en el tratamiento de la miopía magna, enfocándose en su efectividad y las diferentes alternativas terapéuticas. La miopía magna afecta aproximadamente al 2% de la población española y es una de las principales causas de pérdida visual en pacientes jóvenes, debido principalmente a la maculopatía miópica.
Etiopatología y Tratamientos Tradicionales:
La membrana neovascular en la miopía magna se había atribuido inicialmente a alteraciones mecánicas debido al alargamiento del globo ocular. Sin embargo, estudios recientes han demostrado un desequilibrio bioquímico entre factores pro y antiangiogénicos.
Históricamente, las membranas miópicas no se trataban debido a su carácter autolimitado, lo cual ha sido cuestionado por estudios que muestran la progresión de la enfermedad y la significativa pérdida visual sin tratamiento.
Tratamientos previos como la fotocoagulación con láser, cirugía de extracción de membranas y terapia fotodinámica presentaban limitaciones y efectos adversos, como atrofias y recurrencias.
Uso de Antiangiogénicos:
La introducción de antiangiogénicos como ranibizumab y bevacizumab ha mostrado resultados prometedores en el tratamiento de las membranas neovasculares miópicas.
Estudios y publicaciones han demostrado que una única inyección inicial seguida de tratamientos PRN (según necesidad) puede ser eficaz, mejorando significativamente la agudeza visual y reduciendo el espesor retiniano.
Estudios Clave:
Estudio REPAIR: Fase 2, trató a pacientes con inyecciones PRN de ranibizumab, mostrando una ganancia promedio de 13 letras y una media de 3,6 inyecciones.
Estudio RADIANCE: Comparó la efectividad de ranibizumab con terapia fotodinámica, utilizando dos regímenes diferentes de tratamiento basados en la estabilidad visual y la actividad de la enfermedad medida por OCT. Este estudio demostró la superioridad de ranibizumab frente a la terapia fotodinámica.
Conclusiones:
Los antiangiogénicos han demostrado ser una opción terapéutica efectiva para la membrana neovascular miópica, superando a tratamientos previos.
La administración de estos tratamientos debe adaptarse a las necesidades individuales del paciente, basándose en la respuesta y progresión de la enfermedad.